(Encontrarán más en el link inferior.)
A los amigos de las
viejas borracheras
1
Despierto resacoso.
Completamente abatido por un malestar que va más allá de lo corporal. Me
arrastro lentamente hasta el baño y arrodillado frente al inodoro expulso
copiosamente una sustancia verduzca y repulsiva. Arrojo con fuerza y me arde la
garganta.
2
Tengo sabor a bilis
en la boca y me duele la cabeza, estoy muy débil. “Voy a morir en cualquier
momento”, pienso. “Voy a morir arrodillado, abrazando a un inodoro” ,pienso.
“Una muerte de mierda”, pienso. “Una muerte digna”, me digo, me alegro.
3
Abro el frasco de
Listerine y trago un sorbo. ¡Sabe horrible! pero es mejor que la sensación a
bilis carcomiéndome el esófago. Me miro en el espejo, siento como si aquel
cristal me robase el alma por los ojos. Odio los espejos, sobre todo durante la
resaca. Las grandes ojeras, los parpados caídos, los ojos inchados, la
expresión de agotamiento… es el rostro de un derrotado el que contemplo.
Solamente viendo mi reflejo logro darme cuenta de lo lamentable de mi estado.
4
Estoy en la cocina,
hurgando en la refrigeradora en busca de algo que tomar: Nada, maldita sea,
absolutamente nada. Abro el grifo, lleno un vaso con agua y le echo un par de
hielos. Deambulo hasta la sala y me dejo caer sobre el sofá. Veo el televisor
atentamente; aunque esté apagado contemplo la pantalla con interés vacío.
5
Enciendo un
cigarrillo mientras que, desparramado sobre aquel viejo mueble, muevo la cabeza
tratando de estirar un poco el cuello, me duele mucho, también la espalda y la
rodilla izquierda. Me siento viejo, como un anciano que ha librado ya todas sus
batallas sin haber nunca conocido la victoria. Como un viejo que ahora vive,
casi inerte, recordando con amargura, sus antiguas derrotas. Enciendo otro
cigarrillo, doy una larga pitada y de pronto me veo envuelto en una ligera niebla
de tabaco y nicotina. Es reconfortante.
6
Se acabaron los
cigarrillos y aparece un vacío en mi pecho, como si hubiese dejado algo
inconcluso, a medio hacer y una tierna tristura me invade al ver al último
cigarro, humeante apenas, aplastado en el cenicero. Debo comprar más para
fumar, también un poco de vino se me antoja, pero no tengo en casa y la sola
idea de levantarme de este sofá para ir hasta la tienda me resulta agotadora.
Estoy exhausto, cansado más allá de lo descriptible. Trato de levantarme, pero
nada, no tengo fuerzas, siento crujir mis articulaciones con cada movimiento,
con cada intento de levantar este cuerpo, esta carne, esta grasa que vive en
aumento. Y al ver mi cuerpo, mi panza inmensa, me siento además de viejo,
obeso.
7
Abro la puerta de la
casa, el sol me calcina la piel. Cada instante bajo la luz natural me sofoca y
achicharra, me lastima; pero debo caminar una cuadra más hasta la tienda y
comprar vino y cigarrillos y así, sentirme menos viejo y menos obeso y menos
harto de mí mismo para hacer mi solitaria compañía, un poco menos insoportable.
8
Entro a casa agotado
como si hubiera corrido una larga maratón, maldigo el vivir en un tercer piso.
Descorcho el vino y doy un largo y sediento sorbo directo de la botella, prendo
la computadora, pongo algo de música “Daniel F” Regreso hasta el sofá.
9
Nuevamente aquella relajante aura de humo de cigarro me rodea, uno que otro sorbo a la botella para mantenerme despierto mientras espero. Mientras espero que el sueño venga o que la resaca se marche o que la noche traiga su embrujo endiablado hasta mi cuerpo. Mientras espero la lenta resurrección del vino y las fuerzas necesarias para escribir; para escribir o para beber un poco más o para arrojarme al aire sucio de la ciudad y embriagarme, embriagarme nuevamente sin motivo alguno, para renovar, así, el ciclo autodestructivo que me lleve a la resaca inexorable.
*Over and over again.
Muerte digna! =) jajajajja... resacas! resacas malditas... mas que Homero, me parece mas a Barney Gomez.
ResponderBorrarjajaja, sí, creo es el perfil de Barney!.
BorrarSaludosss!