- Será que este fin y el siguiente se agendaron -raras- invitaciones a cumpleaños familiares. (Entiéndase aquí que los únicos que celebran cumpleaños en mi familia, además de mis padres, son los nietos y bisnietos menores. Fiestas a las que ni de chiste me invitan porqué soy un peligro diezmando la mesa de dulces y pues tampoco tengo hijos que puedan hacerlo por mí. ¡Vida cruel!)
- Será que ya se acerca el cumpleaños de mi Caballero y ya veo que me tienen en la mira para organizarlo.
- o será la entrada anticumpleaños que cabo de leer.
- será el sereno, pero será!.
Así recorde una época traúmatica (música de Psicosis porfavor): Mi fiesta de 15 años -lo que tiene gran símil con los sweet 16 de otros lares-.
Ya, yo para ese cumpleaños no quería fiesta ni gastadera, a diferencia de mis padres que insistían en que sí, yo quería una cámara filmadora y mi hermana me seguía la corriente.
Creyéndome vencedora, fuimos a adquirir la radiante cámara nueva con la que planeaba dirigir muchos cortometrajes de terror, osea Hitchcoock te fregaste, ¡agarrate que allá voy!.
¡Pero todo fue una gran treta de mis padres!:
- Y para estrenar la filmadora nueva, ¿qué tal si hacemos una pequeña reunión por su cumpleaños?
¡Ajá!, lo tenían todo bien planeado. Macabros.
Prometían que la fiesta iba a ser una "pequeña reunión" en casa, algo sencillo para nada elaborado.
Y ahí iban Marita y Mary decorando todo en su día de cumpleaños. ¿Y ahora quién podrá defendernos?.
Después de "arreglarnos" para el pequeño ágape, salimos a saludar a todos y vaya sorpresa: ¡estaban hasta mis antiguas profesoras de escuela primaria!, esas que una ya cree calacas rostizadas, sí esas.
¡Oígame no!, ¡no hay derecho!.
Aquí también aclaro que en mi secundaria pertenecí a un colegio católico, alumna de una madre directora y un única monja como profesora de historia.
(¿Qué no es ley que las monjas enseñen siempre cursos de religión?, ¿raro no?).
La sala tenía a mi grupo de amigas pero ningún joven varón, pues pasa que además de católico era colegio para señoritas por lo que solo mis primos brillaban como estrellas en noche de apagón. (Canten con Yuri!).
Mis amigos eran de barrio, pero mi barrio estaba lleno de pirañitas -jóvenes malcriados y majaderos- entonces obviamente no iban a asomarse por aquella "reunioncita", y mis padres tampoco los iban a dejar entrar. (¡Yo les guardo torta amigos!).
La noche paso sin mayor novedad -o algún otro trauma que sobrepase a aguantar la fiesta en sí- que sea de mi recuerdo.
No, no me embriague a pesar que motivos no me faltaban. No, no fue ni de cerca una de las más "maravillosas noches de mi vida" o como toda la gente a mi alrededor creía que sería.
Conocí -de verdad- a solo un 30% de los asistentes y a los demás solos los abrazaba para recibir sus regalos, que terminaron siendo joyeros pequeñisimos, anillos tamaño pulsera o libros para poner fotografías de la macabra fecha.
Lo único que agradezco es que no me obligarán a usar vestido ni cosas floreadas -pero si tuve que bailar el vals-, ¡no se me hacía una pues!.
Si pudiera volver el tiempo atrás, invetiría ese tiempo y ese dinero en mi frustada carrera cinematográfica, la hubiera hecho hasta de asistonta de la tia Llosa, sirve-café de Burton o pisapapeles de Spielberg.
Por último, no me hubiese comprado la cámara y la invertía en pagarme un psicólogo que curará las secuelas que quedaron impresas en mi retina luego de ver por única vez el video de esa fecha.
¡Vida cruel!. FIN.